Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

domingo, 20 de mayo de 2012

Pactando



Caerán las plumas de los pájaros
descompuestos en el acto,
y los moños de las señoras
que van a comprar el pan.
Los ojos de los niños
verán asustados una cara demacrada
sobre el esqueleto de un león vencido
que se derrite a cada paso que da
hacia el infierno del ayer.
Y a rastras llegará a los pies de Satanás
con el alma ensangrentada de lágrimas
suplicando que la acepte
a cambio de no volver atrás.

No me peques


martes, 1 de mayo de 2012

Desarraigo

Ya comienza a formar parte de las rejas de su propia prisión.
Esclavo de las consecuencias de sus actos que atormentaban su
                                                                                [cabeza
con un soplo de aire abrasador que le hacía sudar sus recuerdos 
                                                                          [gota a gota.
Cierra los ojos y sólo escucha el latido cada vez más débil
de aquellos a los que robó la vida.
Mató a muchos, a muchísimos.
Al vecino, a la panadera, a su médico de cabecera,
a su amigo de la infancia, a su primer ligue,
al segundo, al tercero.
A su madre, a su padre, a sus profesores,
a su prima la pequeña, a su canario.
Y a muchos más.
Los mató a todos. Todos yacen ahora bajo tierra.
Respira. Sólo puede oler sus cuerpos descomponiéndose.
También el suyo propio.
Se transforma en reja de acero.
Rígida, fría, inerte.
Él también está muerto.
Y los mató a todos.
Condenándose para siempre a vivir en su propia celda
construida por rejas de huesos
que crujen cada día más.