Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

miércoles, 17 de octubre de 2012


Tócame,
y hunde tus dedos 
en mi cuerpo blando.
Saborea mi toque amargo.
Libera el tirante
de lo que sobra. 
Sé libre
de pintar de rosa
todo lo que veas blanco.
Parpadea, siente y observa
cómo evoluciona a carne
lo que antes era mármol.