Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

sábado, 29 de septiembre de 2012

Detrás del antifaz


Se esconde el miedo detrás del antifaz.
Resbalan el encanto y las sonrisas.
No habla la misma voz.
Los oídos sólo escuchan
el día que no amanece.
Existir de noche.
Quejas de todo.
Musa de nada.
Y tú permaneces ahí de pie
recibiendo los suspiros fríos.

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