Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

sábado, 3 de marzo de 2012

Y nada más

Otra vez me siento aquí delante
frente a una mirada desconocida
observando una cara pálida,
un pelo alborotado,
y una voz perdida.
Callo, el silencio me obliga.
No necesitamos palabras
sólo un momento de inconsciencia
en nuestra vigilia.
No pienso.
No añoro.
No hablo
ni expreso.
Pero ay... ay...
cómo me está doliendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario