Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

domingo, 20 de mayo de 2012

Pactando



Caerán las plumas de los pájaros
descompuestos en el acto,
y los moños de las señoras
que van a comprar el pan.
Los ojos de los niños
verán asustados una cara demacrada
sobre el esqueleto de un león vencido
que se derrite a cada paso que da
hacia el infierno del ayer.
Y a rastras llegará a los pies de Satanás
con el alma ensangrentada de lágrimas
suplicando que la acepte
a cambio de no volver atrás.

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