Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Vivo en contínua amenaza
puede que algún día deje de vivir.
Me escondo tras un pecho
y unas costillas son mis guardianes.
Sistemas con sus órganos,
órganos con sus células,
células con sus orgánulos,
dependen de mí.
Tengo un cuerpo que alimentar.
¿No te da pena?
Tengo una familia muy grande
a mi cargo.
Y tú, tú no paras de apuntarme
cada día
con tu arma letal.
Tu boca puede matarme
de un disparo
de palabras.
O de sólo una.
''Adiós''.
Silencio.
He dejado de latir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario