Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

miércoles, 18 de enero de 2012

Recuperado de un cuaderno de apuntes

¿Por qué no mudarnos a nuestro mundo perfecto? Allí el amanecer nunca avanzará, no habrá necesidad de comenzar el día. El cielo siempre será naranja y violeta y podremos encontrar nuestras nubes preferidas. Podremos tener nuestra casa en medio del bosque, sin miedo a fieras, tormentas ni cazadores. No habrá lugar para los miedos, las preocupaciones ni las malas lenguas. Nadie podrá opinar sobre nosotros y nuestro mundo, porque el mundo sería enteramente nuestro y nadie más habría allí. No tendremos necesidad de vivir más allá de la naturaleza, podremos atrapar los colores directamente en nuestras manos y manejarlos a nuestro antojo. Pintaremos el agua, y el aire mientras bailamos alrededor de un árbol. Podremos vivir nuestros sueños después de despertar. Ser de mármol si quisiéramos y criar a nuestro propio Pegaso. ¿Deseas formar parte de mi edén? Cierra los ojos y viaja. Pero eso sí, por favor, no rompas nada.

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