Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

jueves, 16 de febrero de 2012

Cuervilínea

Regalé mi alma
en puzzle de mil piezas
a mil cuervos desorientados
una por cabeza,
por no cometer la torpeza
de encontrar a alguien
que, con destreza,
supiera algún día
formar mi puzzle de mil piezas.

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