Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

miércoles, 8 de febrero de 2012

Un poco de pesimismo

Las ramas crujen a mi espalda. El frío entra por mis pulmones haciendo que abandone las ganas de respirar. El agua amenaza a mis pies, pero ya da igual. Hoy soy incapaz de creer. Con brazos abiertos la soledad me recibe y hago público nuestro matrimonio sin avergonzarme. Al fin y al cabo ya dicen que ella jamás traiciona. Estoy agotada... de tanto cinismo, de tanta falsedad, de tanto orgullo y egoísmo. Lo que más me duele es tener que ser igual que ellos para no ser la presa fácil, aunque dicen que no es señal de buena salud estar adaptado a una sociedad enferma. Repugnantes. Casi tanto como yo. Casi tanto como el aire que me rodea contaminado por sus excrementos. Desengañémonos. Nos quejamos del VIH, pero la enfermedad más contagiosa se llama humanidad. Contaminamos violencia, egoísmo, maltrato, absurdez. Nos contaminamos la misma muerte. Las paredes de nuestro enorme mausoleo (de mierda) nos devoran y nos caen pedruscos de sinrazón. Vivimos en un mundo donde nuestros sueños y utopías no se pueden hacer realidad porque el ser humano los hace imposibles. Es el mundo de la decepción y la hipocresía que jamás pararán de crecer. Sí, lo sé... ''la vida es así'', pero me es inevitable odiarla. No se puede querer vivir en un mundo donde cada ruido es sospechoso y donde cada pretensión está pixelada. Mis desconocidos más cercanos me dejan pegados cartelitos con la palabra ''loca'' para diferenciarme de ellos y no confundirse con quién es el raro aquí. Esta agonía consume hasta el último resquicio de mí y me hace plantearme si querer seguir luchando contra ella o si darme por vencida y dejarme esclavizar. Que no piensen que esa brisa de consuelo puede servir de algo. De hecho, parece una burla. También me dejan claro que no puedo llenar un hueco que debería estar vacío, así que me levantaré y me iré por donde he venido. Hoy no he escrito poemas o rimas, porque hoy soy incapaz de creer. Pero qué a gusto me he quedado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario