Hojas caídas van guiando mi camino,
cada pisada retumba en mis oídos
y las ramas van rasgando mi piel de sueños,
hasta quedarme desnuda de realidad.
El suelo se sostiene en arenas movedizas
y va aumentando su profundidad.
El agua cae y salpica en mi cara gotas de sangre.
La corriente arrastra mis orgullos.
Paso a paso voy muriendo.
El corazón ya no denota
el ritmo de sus murmullos.
Esa garra endemoniada ya está a punto
para arrastrarme con ella al infierno.
No importa que corra, no hay dónde ir,
aunque me esconda de cada luz.
Este frío agrieta mis labios
para formar la sonrisa del payaso
que jamás me hizo reír.
No hay comentarios:
Publicar un comentario