Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La peor forma de morir

Es algo que me va desgastando la vida
Juega con mis entrañas
y las pisotea y las aplasta contra el suelo.
Me arranca el estómago
y lo estruja hasta que chorree
la última gota.
Es algo que me coge de las manos
que me lleva hasta lo más alto en un segundo
y me suelta en mi eterna caída
sin dejar que toque el suelo en ningún momento
para incrementar la agonía
y el pánico.
Es algo que me oprime los pulmones
que me roba el último suspiro de aire
No me deja brisa alguna para calmar este desierto,
absorve mis oasis sin piedad ninguna
chupa y toma toda mi sangre para dejarme seca
y locamente enamor... nada.

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