Ahí yace él al final, el converso de lecho de muerte, el Libertino que se hizo pío. No podía danzar a medias, ¿no es cierto? Si me daban vino lo apuraba hasta el poso y lanzaba la botella vacía contra el mundo. Si me mostraban a Jesucristo en su agonía me subía a la cruz y le robaba los clavos para mis propias palmas. Y así me voy, cojeando, del mundo, dejando mis babas sobre una Biblia. Si miro la cabeza de un alfiler, veo ángeles danzando, bueno, ¿os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?¿Os agrado ahora?...

John Wilmot (The Libertine)

domingo, 13 de noviembre de 2011

Viaje nocturno

[Al caer mis párpados por la noche ya estás ahí esperándome
para tomarme la mano y eliminar el espacio entre dos
para dejar mi mente en blanco y mi cuerpo en sudor.]

Estás ahí, y le regalas a mi cuello besos lentos
que le hacen estirarse y crecer como el cuello de un cisne
Mientras tus manos van haciendo un recorrido
por el circuito de mi vientre
que me hacen estremecer y abrir mis alas.
Y me muerdo el labio hasta sangrar.

Estás ahí, y me obligas a amarte hasta que duela.
Y en reacción, no se me ocurre otra
que golpearte con mis más dulces caricias,
con mis besos más apasionados
con mis suspiros más leves.
Y mis piernas se retuercen y te atrapan.

Estás ahí, y escucho pájaros y ranas alrededor
la suave caída de una pequeña cascada
y las ramas imitando nuestro roce
durante nuestra lluvia de placer intenso
Secreto, silencioso, daliniano.
Y me siento en un edén privado.

Estás ahí, formando parte de la eterna oscuridad de mi habitación
del calor de mis sábanas
robándome el aliento
haciendo sonar las campanas del fin de mi juicio
llevándome a cualquier lugar sin movernos
Y mis puños se contraen...y se relajan.

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